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Not all those who wander are lost

No tengo todo resuelto. Me siento perdida y sin respuestas. Todavía no soy la persona que quiero ser y la "tronchatoro" de mi cabeza me lo recuerda constantemente. Todavía me cuesta mantener buenos hábitos,  todavía se me dificulta decir "no" y a veces siento que no puedo parar. Todavía estoy averiguando qué quiero y me preocupa que no llegue a hacerlo. Todavía me lamento por lo que no he hecho y me juzgo por lo que hice mal. Todavía soy un ser humano tremendamente imperfecto e incoherente. Pero si alguien a quien he podido ayudar de alguna manera me dice "gracias" si puedo mirar atrás con gratitud y adelante con esperanza, si alguien que quiero me dice "quiero que estés en mi vida", si encuentro gozo en pequeñas cosas, si puedo seguir descubriendo el mundo, si su voz toca mi alma, aunque sea a distancia, si una tribu de seres queridos me apoya y me impulsa, si puedo seguir compartiendo lo que sé y lo que soy, si soy capaz de asumir riesgos, si c

Imaginary lives

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  A veces veo algo en la calle que me lleva a imaginarme cosas absurdas, como esa vez hace años que iba en un taxi para la universidad porque iba a entregar un parcial, tarde, por variar, y el taxi justo paró en la 75 como con 6 frente a un hotel en el que vi a unas personas desayunando muy tranquilamente en una mesa de mantel blanco con un florerito y yo desée con todas mis fuerzas ser una persona que desayunaba en un hotel en una mesa con mantel blanco con florerito y no ir corriendo a entregar un estúpido parcial y me dio tanta nostalgia de ese desayuno imaginario que pasé días pensando en eso y en una vida que no era la mía. Ahora me pasa que veo una camioneta saliendo del parqueadero de uno de esos edificios bonitos de Bogotá y me imagino que la que conduce esa camioneta soy yo dentro de diez años, que atrás van mis dos hijs y mi perrito, que los estoy llevando a comer pizza o a práctica de piano o a cualquiera de esas cosas que hacen los hijos de las personas que viven en esos ed

Dos meses

Pasaron dos meses. Ocho semanas. Sesenta días. Es increíble lo relativo que se hace el tiempo según el ánimo con que se viva. Los primeros días los dediqué a reconectar con personas que hacía tiempo no veía. Necesitaba compañía, inspiración. Los siguientes días se fueron en acompañar a la abuela, en transitar distintos espacios en busca de un hogar, que al final, siempre ha estado dentro de mí. Han pasado dos meses. Me acuerdo de algo que escribió Fer hace meses: "cuánto aire". Nada podría ser más cierto en este momento, pero también cuánto espacio, cuántas posibilidades, cuánta paz. Tanto por vivir y por agradecer.   

Parece que he vivido

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  He visto edificios tan antiguos como Santa Sofía y tan altos como la Catedral de Colonia. He visto atardeceres maravillosos en el Mediterráneo y en el corazón del Amazonas. He visto insectos y peces que no parecen de este mundo. He escuchado idiomas que suenan como susurros entre los dientes y otros que parecen regaños aunque digan palabras de dulzura. He escuchado “te quiero” y también “ya no te quiero”. He visto a la gente besarse con ganas y también gritarse. Yo también he gritado. De rabia, de impotencia. He visto tristeza, dolor, hambre. He sentido el vacío que deja la muerte de un ser querido. He visto películas de lugares a los que tal vez no viajaré, sobre personajes remotos en situaciones imposibles. He escuchado al fadista cantar con melancolía en Portugal y he probado el amargor de la cerveza en una cueva de Praga. He recorrido sola calles extranjeras en madrugadas heladas con un par de vinos en la cabeza. He sentido el tiempo hacerse infinito entre los brazos del hombre q

Caminante

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Me sentía como una penitente que insistía en caminar como forma de expiar algún pecado. No era culpable de nada, pero cada vez que la rodilla comenzaba a doler, insistía en caminar como si en el intento pudiera cancelar ese dolor y demostrarle al universo que no me dolía nada y que seguiría caminando siempre. Durante ese año que pasé en Europa ese fue casi un precepto: cuanto más largo se viera el camino, más me empeñaba en seguirlo. Estaba de viaje sola al otro lado del mundo; caminar era la forma perfecta de vivir esa experiencia. O hubiera sido perfecta si la rodilla no llevara casi un año doliendo cada vez que ponía una pierna enfrente de la otra.  Cuando llegué a Toledo, un sábado gris de noviembre, el dueño del hostal me dijo que la mejor vista de la ciudad estaba al otro lado del río. Dijo que me tomaría una hora y media atravesar el puente, caminar por la carretera hasta el punto donde podría tomar una foto digna de postal y luego devolverme por otro puente que estaba más a

Bitácora saturnina III: La pandemia

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No se me ocurre nada más saturnino -si tenemos en cuenta que Saturno es, entre otras cosas, el planeta de la restricción- que poner a todo el mundo en cuarentena. Las lecciones saturninas son varias. La primera y tal vez la más obvia es la restricción de la libertad de movilidad. Saturno, contrario a Júpiter que viaja y se mueve de forma expansiva, es un planeta de "quietud", o dicho mejor, de "permanencia". La permanencia, claro está, no tiene que ser algo malo. Pero para una sociedad acostumbrada al movimiento, a la velocidad y la inmediatez la permanencia ha resultado ser un reto. A mí, al principio me costó un poco también, aún con lo mucho que me gusta estar en casa. Empecé motivada a no dejarme vencer por la quietud y me dediqué a hacer mucho ejercicio para sentirme "móvil". Luego me di cuenta de que esa no era la mejor opción para mí y que tal vez debía hacer caso a esos consejos que empezaron a circular en redes sociales acerca de cómo n

Bitácora saturnina II: la temida adultez

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Me daba pereza la adultez. Me sonaba a algo muy aburrido y limitante. Me sonaba a una jaula que convierte a las personas en seres que actúan por pura inercia, seres que no sueñan o no tienen ganas de hacerlo. Seres grises inmersos en una rutina que los lleva a todos exactamente por los mismos hitos: casarse, tener hijos, trabajar 30 años en una empresa, pensionarse. Gente que tiene que saber el orden de las cosas, que sabe exactamente qué quiere de la vida además de dónde y cómo hacer todo tipo de diligencias económicas, legales y burocráticas, y que además se ve obligada a desperdiciar buena parte de su tiempo en ejecutar esas diligencias. Gente sin emoción, gente ordinaria, repetitiva. Gente hecha en masa en una fábrica. Por supuesto, yo nunca he querido ser ese tipo de persona. ¿Quién querría algo así? Pero ahora que me asomo a ese lugar o momento llamado "adultez", me doy cuenta de que en realidad, no es tan grave. Hay cosas aburridas, sí, no nos vamos a engañar. La